LEGADO A PULSO
BLANCA PINEDA: LEGADO DE MEMORIA
“La tierra duele como la mamá. Separarse de la tierra es fatal”
Pasaban los días y Blanca Pineda se había convertido en objetivo militar de grupos armados del ELN y paramilitares por ser la cara visible de múltiples labores sociales y denuncias de asesinatos y matanzas en barrios como Casuca, El Paraíso, Caracolí y Potosí
Una mañana le llegó a su casa un panfleto con una invitación en el parque Ismael Perdomo a las 3:00 de la tarde para reunirse con unos supuestos líderes sociales. Blanca angustiada le pregunta a su compañero Carlos Guantero qué hacer. El desespero y el miedo de perder su vida le nublaba la razón. Este no era el primer panfleto que había llegado a sus manos con invitaciones o advertencias por parte de grupos armados. La muerte ya la había sentenciado en varias ocasiones, pero con la protección de la comunidad o un ángel, había logrado escapársele. Blanca ya conocía la mirada de un asesino. Conocía el odio y el rencor de quienes no la querían en el territorio. De quienes querían silenciarla y sepultarla bajo tierra. Luego de unas llamadas a la Defensoría del Pueblo, la doctora Lina Albornoz le dice “Usted, Blanca, no vaya a salir para nada. Bajo ninguna razón”. Algo que siempre ha caracterizado a Blanca es su talante para enfrentar las cosas y en ese momento ella misma quería enfrentar a la muerte cara a cara. Había planeado que la comunidad estuviera en el parque: niños, vendedores, líderes, amigos, etc. Ella pensaba “Con toda la gente allí no me matan”. Al cabo de unas horas llegó una camioneta blindada que la llevaría con su hijo Paul a un hotel para su protección y dos días después le llegarían unos tiquetes de ida para comenzar, desde el exilio, una nueva vida en Canadá.
“La tierra duele como la mamá. Separarse de la tierra es fatal”
Pasaban los días y Blanca Pineda se había convertido en objetivo militar de grupos armados del ELN y paramilitares por ser la cara visible de múltiples labores sociales y denuncias de asesinatos y matanzas en barrios como Casuca, El Paraíso, Caracolí y Potosí
Una mañana le llegó a su casa un panfleto con una invitación en el parque Ismael Perdomo a las 3:00 de la tarde para reunirse con unos supuestos líderes sociales. Blanca angustiada le pregunta a su compañero Carlos Guantero qué hacer. El desespero y el miedo de perder su vida le nublaba la razón. Este no era el primer panfleto que había llegado a sus manos con invitaciones o advertencias por parte de grupos armados. La muerte ya la había sentenciado en varias ocasiones, pero con la protección de la comunidad o un ángel, había logrado escapársele. Blanca ya conocía la mirada de un asesino. Conocía el odio y el rencor de quienes no la querían en el territorio. De quienes querían silenciarla y sepultarla bajo tierra. Luego de unas llamadas a la Defensoría del Pueblo, la doctora Lina Albornoz le dice “Usted, Blanca, no vaya a salir para nada. Bajo ninguna razón”. Algo que siempre ha caracterizado a Blanca es su talante para enfrentar las cosas y en ese momento ella misma quería enfrentar a la muerte cara a cara. Había planeado que la comunidad estuviera en el parque: niños, vendedores, líderes, amigos, etc. Ella pensaba “Con toda la gente allí no me matan”. Al cabo de unas horas llegó una camioneta blindada que la llevaría con su hijo Paul a un hotel para su protección y dos días después le llegarían unos tiquetes de ida para comenzar, desde el exilio, una nueva vida en Canadá.
DESISTIR O MORIR
Eran las diez de la noche cuando Evaristo Bernate recibió una llamada inusual. En ella le insistieron en salir de su casa para colaborar con un tema de la junta de acción comunal del barrio Potosí. Cuando llegó al lugar donde lo citaron, un hombre abrió la reja de la entrada y a menos de un metro le disparó en la cara.
Los intereses que había en las malas condiciones de vida del barrio Potosí fueron la causa del asesinato del líder comunitario Evaristo Bernate Castellanos. Quienes fueron muy cercanos a él y estuvieron en sus procesos de liderazgo social cuentan que los dueños de los terrenos donde se estableció este asentamiento se lucraban de la falta de servicios públicos en el sector, los cuales Evaristo intentaba hacer llegar de manera más efectiva a los habitantes, algo que a los finqueros no les convenía en lo absoluto.