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DESISTIR O MORIR

Eran las diez de la noche cuando Evaristo Bernate recibió una llamada inusual. En ella le insistieron en salir de su casa para colaborar con un tema de la junta de acción comunal del barrio Potosí. Cuando llegó al lugar donde lo citaron, un hombre abrió la reja de la entrada y a menos de un metro le disparó en la cara. 

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Los intereses que había en las malas condiciones de vida del barrio Potosí fueron la causa del asesinato del líder comunitario Evaristo Bernate Castellanos. Quienes fueron muy cercanos a él y estuvieron en sus procesos de liderazgo social cuentan que los dueños de los terrenos donde se estableció este asentamiento se lucraban de la falta de servicios públicos en el sector, los cuales Evaristo intentaba hacer llegar de manera más efectiva a los habitantes, algo que a los finqueros no les convenía en lo absoluto.

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Desde los años 80, Ciudad Bolívar fue el epicentro de acogida para las víctimas de la guerra en Colombia, desplazados por los grupos armados y afectados por la pobreza que azotaba todos los territorios del país. Estas personas se asentaron en la localidad y compraron terrenos muy económicos para construir sus viviendas, las cuales, en su mayoría, eran de lata y madera.

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Evaristo, para continuar un proyecto educativo que estaba liderando, decidió comprar un terreno en Potosí, Jerusalén; que era en ese entonces un asentamiento con alrededor de cincuenta casas. Al notar las condiciones en las que vivía la gente, puso en marcha diferentes planes para ayudar con esta situación social. 

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Es así como el líder social fundó Escuela Comunidad, que tenía el objetivo de educar a las personas del sector sobre la necesidad de la unión para la transformación. En un principio se dio inicio a un ejercicio de concientización sobre el ahorro para restablecer las viviendas. Cuando la población se dio cuenta de que era posible un cambio desde el trabajo en comunidad fue cuando empezaron los problemas.

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A Evaristo y las personas que le colaboraron los llamaron guerrilleros por difundir un pensamiento de lucha colectiva y los amenazaron para que dejaran el proyecto, que en ese momento estaba buscando respaldo del Gobierno para llevar servicios públicos a Potosí.  El agua llegaba en camiones que para entrar al barrio debían pagar una vacuna impuesta por los comerciantes de las tierras. Tal aprovechamiento imposibilitaba que mejorara la calidad de vida en el barrio y Escuela Comunidad ponía todos sus esfuerzos para acabar con este terrible paisaje. 

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Ante los intentos por establecer el suministro de servicios en Jerusalem, incrementaron las amenazas. “Me van a matar, necesito que me acompañen en el proyecto”, insistía Evaristo a sus 18 compañeros con inquietud por seguir colaborando a la comunidad. Fue entonces, el 11 de mayo de 1991 que lo asesinaron por su visión y vocación.

 

Desde ese entonces, Evaristo Bernate Castellanos ha sido un motor de avance para la comunidad del barrio Potosí. La proyección que él tuvo, hoy en día, se cumple con los diferentes movimientos y proyectos que impulsan el sector hacia un desarrollo cada vez más sólido y resistente. La imagen de este hombre es un símbolo de lucha y resistencia que recorre las calles de Jerusalén y los corazones de sus habitantes. Evaristo nunca desistió y cumplió, póstumo, con su objetivo de unión.

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